La competencia digital frente a la pandemia.
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Hacer de la necesidad, virtud en lo digital.

A la vista de la evolución acelerada de la tecnología y el impacto que dicha evolución tiene en el desarrollo social es más necesario que nunca que la educación prepare adecuadamente para vivir en la sociedad del cambio permanente y poder afrontar los retos que de ello se derivan. Retos que con la emergencia sanitaria actual nos han puesto al límite; en el orden de preservar nuestra salud y nuestro modelo educativo y económico. Ante esta necesidad, la virtud de la competencia digital puede facilitar la respuesta a las incertidumbres generadas.

Hoy, confinados obligatoriamente para evitar riesgos y salvar vidas, tenemos más claro que nunca que podemos repartir el tiempo de nuestra vida interactuando en tres mundos que nos rodean y que ahora tenemos más presentes que nunca. El mundo presencial que la pandemia nos ha arrebatado, tal y como lo entendíamos, el mundo intrapersonal de la creatividad y la imaginación que estamos desarrollando estos días, junto a un mundo digital, sin distancias y que, tal y como ocurrió en las anteriores crisis, saldrá reforzado.

La pandemia ha redoblado la vulnerabilidad de quienes no pueden acceder, en condiciones de igualdad a este mundo virtual de información y comunicación. Un mundo de oportunidades educativas y de proyección en lo personal, económico y social. Un mundo que ya por el año 2016, provocó que el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas aprobara una resolución para la “promoción, protección y el disfrute de los derechos humanos en Internet”.

La Ley Orgánica de Educación (2006, modificada en 2013) tiene entre sus fines preparar a nuestro alumnado para transitar entre estos mundos. Señala un claro destino de la educación, la preparación para el ejercicio de la ciudadanía y para la participación activa en la vida económica, social y cultural, con capacidad de adaptación a las situaciones cambiantes de la sociedad del conocimiento. Y para conseguirlo, trajo las competencias.

Me gustaba ver, en alguna ponencia, esa imagen de las competencias que se traducía en las raíces de un gran árbol del conocimiento. Las hojas (los contenidos) se irían renovando; pero siempre alimentaba ese árbol un conjunto de aprendizajes imprescindibles: aprender a aprender, competencia comunicativa, social y ciudadana, competencia digital….Pero cuesta avanzar en esos aprendizajes y el sistema sigue pensando (con carácter general) en evaluar lo que el alumno recuerda, en lugar de lo que sabe y sabe hacer.

Cuesta avanzar en la adquisición, entre otras, de la competencia digital, que se revela imprescindible, para afrontar el tiempo de crisis que se avecina. Imprescindible para el profesorado y el alumnado, como garantía de acceso a la igualdad de oportunidades en un futuro incierto, con preguntas para las que hoy no tenemos respuestas.

El Informe Monitor de la Educación y la Formación de 2019, de la Comisión Europea, que analiza el cumplimiento de los objetivos de la Estrategia Europa 2020, señala, para España, la necesidad de llevar a cabo la transformación digital de la Escuela. Para alcanzar el éxito, los centros educativos deben fomentar las competencias digitales de los profesores para el uso pedagógico y la innovación y la Administración habría de proporcionar equipos y medios, así como una mejor conectividad. Debe introducirse, en este contexto, la creación de capacidades para la evaluación digital, para los alumnos, los profesores, las escuelas y los sistemas educativos.

La raíz de esa competencia digital docente estará en la cualificación de los docentes, con un itinerario formativo para el claustro de profesorado; de lo contrario será imposible avanzar en equipo en esta transformación del proceso de enseñanza y aprendizaje competencial. En referencia a los estándares en competencias en TIC para los docentes fijados por la UNESCO en 2008 (NUCTICD) se trabajaría en tres niveles: la adquisición de nociones básicas sobre las TIC, la profundización del conocimiento y la generación de conocimiento.

Desde la competencia profesional docente habría de avanzarse hacia un nuevo concepto de alfabetización digital  del alumnado; centrado en el aprendizaje a lo largo de toda la vida, con una mayor autonomía en el proceso, trabajando en red y colaboración, buscando el logro de la creatividad y la transformación de la información, en nuevo conocimiento.

Un nuevo concepto de aprendizaje ya recogido en la normativa (los artículos 18.6 y 24.6 de la LOE, señalan que sin perjuicio de su tratamiento específico en algunas de las asignaturas de la etapa, las tecnologías de la información y la comunicación se trabajarán en todas las áreas y materias), pero que avanza muy lentamente hacia el objetivo de un uso creativo, crítico y seguro de las tecnologías de la información y la comunicación para alcanzar los objetivos relacionados con el trabajo, la empleabilidad, el aprendizaje, el uso del tiempo libre, la inclusión y participación en la sociedad.

Mark Prensky habla de alumnos nativos digitales, por la capacidad de los jóvenes para relacionarse y utilizar las TIC, pero

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